El Perú en crisis política: El país es el único que paga las consecuencias de la confrontación y las intransigencias de ambas partes


El presidente de Perú, Martín Vizcarra, resolvió este lunes la disolución del Congreso de la República, al considerar denegada la cuestión de confianza planteada por el Ejecutivo, y horas después, el Congreso aprobó la suspensión temporal del mandatario y juramentó a la vicepresidenta, Mercedes Aráoz, como Jefa de Estado interina.

Tras la decisión adoptada, Vizcarra publicó la resolución de disolución del Congreso en una edición extraordinaria del diario oficial, en versión online, fijando para el 26 de enero la convocatoria a las elecciones a fin de completar el periodo legislativo.

La mayoría parlamentaria y sus aliados consideraron que la disolución dictada por el mandatario es inconstitucional y por ello decidieron aprobar, durante la noche, la suspensión temporal por un año del ejercicio presidencial por incapacidad moral al haber disuelto el Parlamento sin tener fundamento para hacerlo, según la moción discutida.

De esta manera, siguiendo lo que establece la Carta Magna, asumió las funciones de presidenta de la República, la vicepresidenta Mercedes Araoz. ¿Sin embargo, podrá despachar a partir de mañana desde Palacio de Gobierno? ¿Cuenta el Parlamento con la capacidad operativa para hacer efectiva la suspensión temporal de Vizcarra?

Pero esta crisis política también tendrá impacto en el exterior, pues ¿cuál de los dos poderes logrará el apoyo en el escenario internacional? Por lo pronto, la Confiep ha rechazado la decisión del Ejecutivo al considerarlo una violación a la Constitución.

Mientras todas estas interrogantes logran encontrar una respuesta que no admita dudas, el país es el único que paga las consecuencias de la confrontación y las intransigencias de ambas partes.

El Parlamento se ampara en la legalidad para no escuchar a la población, que más allá de cualquier color político está cansada de que ambos poderes del Estado hayan dejado de lado el trabajar por resolver los problemas del país. Por su parte, el mandatario no ha sabido trabajar para buscar los consensos necesarios. Lo sucedido ayer es el resultado de una suma de errores. Vizcarra basó su presidencia principalmente en los resultados de las encuestas que, siendo válidas, no pueden reemplazar lo que establece la Constitución. Solo reflejan una percepción de la población sobre determinados temas.

Por su parte, el Congreso, como más de una vez señalamos, ha tenido una actitud obstruccionista que no solo se puede medir por las leyes aprobadas, sino por la manera en que dilataron la aprobación de las mismas, principalmente de la mayoría parlamentaria: Fuerza Popular. Pero también hubo obstruccionismo de otras bancadas como Frente Amplio y Nuevo Perú. Por ejemplo, con el control de la Comisión de Trabajo, la izquierda impidió la aprobación de las iniciativas de tipo laboral, manteniendo una visión retrógrada de las relaciones laborales, al punto tal que trató de impedir la prórroga de la Ley de Promoción Agraria.

Vizcarra, asumiendo la negación de la confianza, ha procedido a nombrar como nuevo presidente del Consejo de Ministros a Vicente Zeballos, pero la imagen de esta juramentación muestra la soledad del Ejecutivo, que no ha podido encontrar nuevas figuras — como ya sucedió en el pasado — y ha tenido que nombrar a alguien que ya ocupaba el cargo de ministro de Justicia.

Lo que se ha generado en el país es una crisis constitucional y solo después que se dilucide quién tiene la razón jurídica y el apoyo para ­ hacer cumplir su decisión se podrá conocer cuál será el rumbo que tome el país durante el próximo año.


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