Aunque la Antártida no puede derretirse de un día para otro, el ritmo del deshielo de la Antártida se ha triplicado en las últimas décadas.
Aunque es normal que en verano el agua líquida se abra paso entre el hielo antártico, esta vez el flujo es permanente: largos ríos de 100 kilómetros de largo, enormes lagos de 80 kilómetros de superficie y cascadas que caen a 120 metros de altura.
Desafortunadamente, las organizaciones científicas internacionales temen que el ritmo de deshielo siga aumentando. El agua de estos ríos es más oscura y por lo tanto absorbe más energía solar, lo que aumenta la temperatura de la superficie y acelera la fusión del hielo.