El colegio y las universidades no son solo un edificio
La tecnología democratiza el acceso a la educación, es posible seguir formando a distancia y la universidad se transforma así en un puerto seguro al que volver en diferentes etapas de nuestra vida, especialmente si hay tormenta.
Desigualdad social
No todos los niños durante el confinamiento han tenido acceso a Internet para continuar su formación. No todos los adultos están en la misma situación. Al analfabetismo clásico hay que añadir el digital, que en combinación con la apatía pueden llegar a radicalizar la desigualdad social.
Una economía más humana
Educación, investigación y sanidad dejarán de ser consideradas gasto público, son inversión. Las fronteras entre público y privado se difuminarán, sobreviviendo aquellas unidades capaces de dar mejor servicio con menos recursos.
Nuevo liderazgo global
China ha ganado la batalla a la pandemia, la guerra comercial y su nueva posición en el orden mundial con trabajo y paciencia, junto con un control magistral de la tecnología y de las redes sociales.
Nuevos hábitos de consumo
La impresión 3-D, el código abierto y las economías realmente colaborativas sentará nuevas bases de consumo donde el compartir tendrá una importancia mayor que el poseer. Los sectores tradicionalmente industriales se tendrán que adaptar a las nuevas relaciones económicas o desaparecerán.
Redes sociales de verdad
Con la cuarentena, las redes sociales han evolucionado con nosotros. La relación con nuestros familiares aislados durante estos días paradójicamente ha podido ser mucho más estrecha. Hemos hecho videoconferencias con nuestros mayores.
Nunca hemos estado tan cerca de la verdad, y al mismo tiempo con mayor riesgo de caer en distracciones.
Los atascos son un gran error
El teletrabajo se terminará imponiendo en empresas que, a su vez, irán teniendo una conciencia medioambiental cada vez más marcada. La gente que vive en zonas rurales está llevando mejor el confinamiento. Las ciudades son una gran trampa ante crisis globales, y los pequeños conglomerados autogestionados una buena solución. Ha sido necesario pararnos a pensar, a disfrutar.
La naturaleza lo agradece
Este es uno de los aspectos más esperanzadores de la crisis de la COVID-19. Ha disminuido la contaminación de nuestras ciudades y está mejorando la calidad del aire. Los pájaros cantan y el silencio se puede tocar. En nuestra mano está investigar cuánta gente está dejando de morir por problemas respiratorios y medir cuál es el impacto positivo que está teniendo para nuestro planeta esta gran parada. ¿Seremos capaces de aprender de todo esto?
Una renovada actitud frente a la vida
Hay una gran oportunidad para transformar el mundo en un sitio mejor, oportunidad que, si no aprovechamos nosotros, sin duda la aprovecharán las multinacionales para hacer todavía más negocio a nuestra costa, a costa del planeta.